Durante años, soñaba con visitar Machu Picchu y cuando tuve la oportunidad mi viaje tuvo un doble propósito. Inicialmente era un viaje de 12 días por Perú y añadimos uno más para cumplir un deseo muy especial y personal: conocer a Yoni, mi niña patrocinada de World Vision desde que tenía como 2 años y para el encuentro tenía 13.
Vi su crecimiento a través de fotos, cartas, dibujos y calificaciones escolares. El día que la conocí recuerdo que me sentía nerviosa antes de llegar y durante, pues no sabía cómo ella reaccionaría y su mamá.
Inmediatamente llegamos a las oficinas de World Vision ella apareció, me tomó por sorpresa y se me escaparon las lágrimas de la emoción, recuerdo que la abracé y saludé a su mamá, que no entendía ni papa de lo que yo decía porque solo habla quechua. Yoni comprendía si le hablaba despacio porque habla español, inglés y quechua, recuerdo que reía cuando yo preguntaba qué había dicho su mamá, lo único que le entendía era caballo.
Yoni era muy tímida y obviamente más porque no me conocía. Entre las cosas que le llevé habían unos labiales de brillo para niñas y con pena dejó que se lo pusiera, se miró en el espejo y sonrío. ¡Era la primera vez que se pintaba! Luego, personal de World Vision nos llevó a una escuela a entregarles abrigos a niños mentores y a ser parte de una clínica de higiene personal. Así que con Yoni repartí cepillos de dientes, pasta y luego ella hasta hizo fotos con la cámara profesional de Ángel.
En fin, fue poco el tiempo que compartimos pero la llevo en mi corazón y es parte de mi entorno familiar, pues en el comedor de mi hogar hay una foto enorme de ella en canvas, que le hizo Ángel, y me recuerda a diario la humanidad, la fragilidad de la vida, la felicidad y, sobre todo, que no podemos ir por la vida como seres egoístas, hay que compartir las bendiciones con quienes también necesitan. Pues ellos recibirán algo material, pero también el calor humano y nosotros una satisfacción privilegiada de saber que pudimos hacer la diferencia en otro ser, que aunque lejos te recordará por el resto de sus días.
PD: Ya no tengo a Yoni, World Vision terminó su misión en la ciudad de ella y me dieron a patrocinar a otra niña de Perú. Pero tengo la ilusión de algún día regresar a Perú para buscarla, ayudarla y saber cómo la vida la trata. A fin de cuentas, ella es la inspiración de Historias de camino, así que iré Camino a Yoni.