Nos hablaron maravillas de Mundo Nuevo, de su proyecto sustentable de finca orgánica y hostal ecoamigable, de los jóvenes que allí trabajaban y de los indígenas que colaboraban con su trabajo y sabiduría sobre la Sierra Nevada de Santa Marta, en Colombia.
Ese mismo día debíamos partir de Minca, sin embargo, comprendimos que allí podríamos encontrar historias de camino que contar y hacia allá fuimos. Nos dijeron que llegaríamos caminando en treinta minutos, así que nos daba tiempo de ir y regresar para seguir con nuestro plan de trasladarnos a la Guajira.
Nos encanta mochilear, pero la verdad no estoy en forma como para hacer una carrera o caminata, pero a mi paso siempre llegamos a donde nos proponemos. El camino hacia Mundo Nuevo es hermoso por el verdor de la naturaleza y nos tomó como una hora llegar, sin embargo, lo que vimos, sentimos y experimentamos compensaron el esfuerzo.

Philippe Bekaert
En el trayecto, encontramos trabajando con pico y pala en los huertos a voluntarios y al staff de Mundo Nuevo, encabezado por su creador Philippe Bekaert y el director Swann Franceschi. Estos reciben voluntarios de diferentes partes del mundo, incluyendo Bélgica, Francia, Estados Unidos y Austria.
Lo mejor vino después, cuando Ángel y yo subimos una colina y lo primero que vimos entre la neblina fueron sembradíos de arroz y las casas indígenas wiwa, que precisamente los indígenas Luntana Gil, Otoniel Gil y Ángel Gil junto a su comunidad ayudaron a construir en Mundo Nuevo. La verdad, esa primera impresión fue como una estampa sacada de un cuento de hadas y lo verán aquí en el video.

Yomaris y Ángel.
Seguimos escalando hasta la casa principal del proyecto, donde ubican las habitaciones para turistas y staff, y desde donde se divisa a lo lejos la ciudad de Santa Marta y su costa. En la cocina también nos topamos con la historia de Martha Ortiz, quien regresó a Colombia luego de muchos años viviendo y trabajando en Venezuela, de donde salió por los conflictos acontecidos en el país.
En las manos de Martha recae la encomienda de cocinar con más del 50 por ciento de los alimentos cosechados en las huertas de la finca y el objetivo es llegar al 100%. Por lo tanto, diariamente sirven diversos platos vegetarianos, que doy fe de su exquisitez porque allí almorzamos.

Martha Ortiz
Cabe destacar que a la comunidad de Luntana, localizada al otro lado de la Sierra Nevada, cerca de Valledupar, le instalaron un sistema de mangueras de 1.2 kilómetros de extensión y tanques para que siempre tengan agua limpia.

Swann Franceschi
“La vida de un indígena es en comunidad, viven en casas separadas pero trabajan siempre juntos. Para cada acción que un indígena va hacer debe pedir permiso a la madre tierra y pensarlo antes de actuar; hemos aprendido mucho de ellos. Son muy concentrados en sus objetivos, trabajando despacio pero bien. Hay que pedir permiso por el agua, por cualquier planta que cortar”, expresó Swann.
Además, en Mundo Nuevo venden productos elaborados por la comunidad de Luntana para ayudarlos económicamente, como mochilas y panelas.
“Ellos necesitan ayuda, dinero, porque no son totalmente sostenibles, tienen problemas de deforestación, enfermedades y el agua se agota en temporada seca. Hay mucho por hacer allá”, añadió Swann.

Luntana Gil
Luntana es de descendencia tayrona y etnia wiwa, pero su sangre proviene de cuatro etnias: arhuaco, kogui, wiwa y kankuamo. Habla wiwa y español. Su deseo de estudiar derecho es una de las razones por las cuales se mudó a Mundo Nuevo, para tener acceso al colegio en Minca y luego a la universidad; además de poder trabajar y ayudar a su comunidad.
“Mi mensaje es que sigamos compartiendo nuestras ideas y sueños, y trabajar en la tierra para que nuestros hijos y los que vengan tengan una comida sana”, aseguró Luntana.
Si quieres saber más sobre Mundo Nuevo, accede a su página web mundonuevo.com.co